SOY EL GATO DE RIPLEY, MI DUEÑA ME DEJÓ PARA IRSE A UN PLANETA REPLETO DE ALIENS Y RESULTA QUE LOS QUE ACÁ ME RODEAN DÍA A DÍA SON TODOS COMO ALIENS: EXTRAÑOS Y EXTRAÑADOS A LA ESENCIA Y AL SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA.
NO ME CREO DIFÍCIL, NO ME CREO IMPOSIBLE.
SOLO ME CREO AZAROSAMENTE DISTANTE DE LA PERMANENCIA.

domingo, 1 de enero de 2017

Angeles de la Ruta 2



                          Las Líneas Pecaminosas



                                              I
A lo largo de las líneas pecaminosas han derrumbado los murallones de la idealidad. 
La puta que lo parió, si lo que carajo importaba era tan solo salir a caminar tranquilamente por ahí y tomarse unos mates con todo el tiempo del mundo y sin nadie que le rompiera las bolas. Pero el abuso astuto de la sociedad ejerce su funesta influencia sobre la trama que se ha ido formando en su entorno y desarrollando desde su interior, para atraparlo como una invisible tela de araña que condiciona todos sus pensamientos y todas sus esperanzas que terminan deshechas en la oblicuidad impiadosa de lo evidente. Siempre le gustó escribir y por ello se metió a redactor en un periódico, pero nunca pensó que terminaría odiando su trabajo plagado de rutinarias actitudes. Nunca pensó que todo ello le generaría una extensa y venenosa enfermedad que le iría ganando implacablemente sus mejores años de existencia.

Caminaba cansino a lo largo de la avenida, mientras a su lado pasaban lentamente los autos, algunos de los cuales le tocaban bocina ó a través de una ventanilla entreabierta sus conductores solían descerrajarle un feroz improperio. Más allá de todas las luces mortecinas del alumbrado público y de la penumbra del ocaso, el cielo se teñía de un resplandeciente púrpura transmutándose en un rabioso violeta y los calores de una incierta primavera sofocaban las hierbas de la banquina.

Pero Él continuaba con la mirada perdida hacia el frente, como impulsado por un secreto mecanismo que tuviese su origen en alguna razón mística. Llameante el ocaso, llameante también sus ojos. Las palmeras del boulevard le hacían de callados guardianes y la leve brisa sumada a la ráfaga de los vehículos que transitaban por sus flancos le ondulaba su largos cabellos hacia atrás. Luces de neón comenzaban a adornar las marquesinas de los comercios y de los bares, que centelleaban en contraposición de la monocorde luz cenital.

Solitario continuaba transitando su camino sin alterarse y al parecer sin siquiera percatarse de lo que lo rodeaba. Ciego en su vislumbre de eternidad, para Él el mundo parecía resumirse tan solo a una ausente entelequia, a una entidad virtual. En tanto un creciente flujo de automóviles emprendía la extensa carretera camino a las horas del anochecer. Muchos retornando de sus actividades diurnas, otros principiando el recorrido hacia el relax de la diversiones nocturnas.  
  


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Esta noche que se le dio por llover y por soplar una brisa fresca que relajaba del calor que había acosado durante todo el día, justo esta noche había comenzado a sentirse mejor, luego de un par de días molesto con los terribles dolores y con la frecuencia casi obsesiva de correr hacia el baño.

Y justo ahora había retornado la misma vieja sensación con la misma lozanía de siempre, con las ganas y la ansiedad aflorándole en la piel.

Y recordó las veces que pasaba con el auto por aquél lugar específico de la ruta donde a veces solía encontrarse esa figura sin rostro que lo invitaba a imaginar las más secretos incidentes en los más turbios lugares, esa figura a la que Él le ponía las más diversas personalidades que solo reflejaban la misma: la suya.




La razón de nunca haberla encarado para materializar su deseo tal vez radicaba en ello, en dejarlo librado a la posibilidad sin afrentarlo con la realidad prosaica y desencantada. Mantenerla como estímulo sin agotarla en la consumación del hecho. 

Pero ahora retornaba como el fantasma de un deseo contenido, como una urgente necesidad que le crispaba los ademanes, que le asolaba la respiración. Que definitivamente no le permitiría descansar esa noche.

Volteó hacia el ventanal y observó como la llovizna se deslizaba en cuantiosas gotas sobre el vidrio. Imaginó el vidrio de la puerta del auto y el rostro de ella asomando con una sonrisa pecaminosa, su voz atípicamente femenina, como una burda y afectada imitación, y el momento en que se abría la puerta para deslizarse al mullido interior del automóvil, cuando el reflejo luminoso de un relámpago contra el ventanal lo retornó a la realidad. Bebió un sorbo del café que mantenía en sus manos y decidió salir, ahora que el malestar casi crónico que lo afectaba le había obsequiado unos instantes de aparente serenidad.

Caminó rápidamente del porch de la casa, una vez cerrada la puerta de entrada principal hacia el auto para esquivar la tenue lluvia y se marchó lentamente solo con las luces de posición encendidas. En tanto un nuevo relámpago iluminó tenuemente las copas brillantes de los árboles.

















                                II

Soy escritor, me gusta escribir novelas y cuentos. Sobre todo los días como éste, en que la lluvia parece inspirarme, por más que Antonio Birabent diga lo contrario en su canción. La sutil humedad, la oscuridad del cielo nublado y la adquisición de un cálido refugio parecen retrotraerme a un idílico estado prenatal, en el que todas las cosas lucen como dispuestas a ser inventadas, a ser descubiertas como las figuras que se van perfilando lentamente en un cuadro ó en un dibujo a medida que son pintadas y dibujadas. Así me gusta ir descubriendo las formas con las caricias de mis dedos, con el recorrido dúctil de mis labios. Así también me gusta sentir de la misma manera como me van descubriendo a mí mismo otras manos y otros labios. Y la indescriptible erótica sensación que ello conlleva.

Soy violento en el éxtasis, imposible de frenarme cuando todos los límites ya se han caído, cuando la línea entre el clímax y el desenfreno se ha superado. No sé si soy pasional, ó bestial. Solo sé que en ese estado olvido mi cabeza y lo único que logro divisar es la irrefrenable búsqueda de la más inmediata satisfacción que me hace caer a ese abismo intensamente real en el que se deshacen todas las cosas, desde el brillo de tus ojos a las más inmensas constelaciones, para renacer a una creación renovada como si se tratara del diástole y el sístole del universo. Sé que suena algo poético y tal vez algo desquiciado, pero no hallo otros palabras ni otros conceptos para explicar lo que siento cuando me suceden estas cosas.

















                                      III 

Detuvo el auto al costado de la penumbrosa carretera, aún lloviznaba y la figura que estaba resguardada bajo un inmenso cartel de propaganda se acercó rápidamente hacia él. Joven, delgada, veinte y tres años quizás, excesivamente maquillada y con una imperturbable frialdad en sus ojos celestes, se arrimó a la ventanilla y le sonrió con obsceno desenfado. Él no supo muy bien qué hacer, entonces ella con la sencillez de la experiencia levantó el seguro manual de la puerta y se deslizó rápidamente al interior. Echó sus cabellos teñidos hacia atrás y le susurró con gracia ensayada la tarifa. Él apenas asintió con un gesto y volvió a poner en marcha el auto, que retomó la ruta y se perdió tras una leve cortina de humedad.

        

-Mi gato se llama Romino, se llama así porque de chiquito pensábamos con mi amiga Lucrecia que se trataba de una gatita, a la que le pusimos Romina, ¡Ja! ¿No es gracioso? ¡Qué tiempo este! Con esta lluvia no dan ganas de salir a trabajar, pero una tiene que vivir ¿Vistes?. Dale, poné algo de música ¿no tenés nada bueno para escuchar? Así nos relajamos, sobre todo vos que te veo muy tenso. ¿No habías salido antes con chicas como yo? Seguro que no, debe ser tu primera vez. ¿Vistes como adivino todo? 
No te pongas mal, no pasa nada. Vas a ver que te va a gustar, te lo aseguro Yo que soy la mejor de este tramo de la ruta; sinó te devuelvo la plata ¡Ja! ¡Vengo con garantía! ¡Que grande! ¿no? Dale, ponete flojito, te hacen falta unas caricias mi amor.....¡Uy! ¡Qué tenso que estás papi!. Ya te vas a relajar, vas a ver.



Desde lejos, atravesando la sinuosidad del camino se ven aparecer los faros de un automóvil cuya luz tiembla a través de la bruma nocturna.
El bosque cubre con su oscuridad el cielo borrascoso y una leve brisa agita las hojas de la profusa arboleda. El vehículo pasa raudo por el camino y alcanza a escucharse parte de la canción “July Morning” de Uriah Heep que suena en su estéreo. Solo un ocupante, el conductor, se divisa en el interior del mismo. La lluvia ha cesado.

















                                    IV 

Mi interior parece explotar, una garra parece aferrarse a mis entrañas y un demonio formado con células rebeldes fuera de control se apodera de mi organismo y siento que parirlo es la única manera de exorcizarlo, pero se resiste y desea convivir dentro mío. Si el camino del disfrute trae aparejado el dolor más intenso como precio final, aquello pecaminoso se ha convertido en el divino castigo que parece reservarnos el Universo.

Hoy me quedaré en la cama, tal vez escuchando algo de radio, tomaré algún calmante que me adormezca y me prive finalmente de la insoportable convivencia cotidiana. Los recetarios médicos darán la razón justificada en el trabajo del periódico, donde se me tolera esta indisciplina cortésmente a raíz de la impiadosa lástima. El escritor no acudirá hoy a su escritorio, usado cada vez más seguido por un reemplazante. Si me cansa el sueño y el desvelo atenúa estos dolores, puede que durante la noche perfile alguna de mis novelas mientras trataré de disfrutar este alivio climático que trajo la lluvia de hace dos días. No deseo pensar nada más.

Durmió extasiado con el rostro vuelto hacia la ventana, soñó que visitaba a su madre en la antigua casa, con la segura sensación de que el tiempo en realidad no había pasado. Todo continuaba como en su niñez, los rastros de las sombras de la adulta responsabilidad habían desaparecido y una especie de placidez acompañaba todos sus gestos y palabras. El sueño lo cobijó en un cálido útero onírico y despertó feliz a medianoche para encaminarse rápidamente hacia el baño, donde las dificultades biológicas lo fueron desperezando a la áspera realidad. Luego preparó un té y se dispuso a trabajar sobre la computadora. Aquí es cuando se sentía tranquilamente creativo para desmenuzar los entornos cerrados de su mente. Aquí es cuando escribía, en el silencio disipado de la noche.      

-Mire amigo, usted debe hacerse unos estudios para ver como progresa la enfermedad, yo le hago la orden pero me la tiene que autorizar por la obra social de sus sindicato. Luego viene y acordamos los detalles para hacerse los estudios. ¿Le parece bien?.

A pesar de asistir al periódico, ese día no anduvo demasiado bien, con las molestias crónicas que lo llevaban a desaparecer raudo hacia el baño por unos cuantos minutos y que le impedían concentrarse en la confección de una nota que llevaba demasiado tiempo atrasada. Sin embargo aprovechó aquella jornada para contactar al delegado general, hecho que no le infundía demasiada simpatía ya que en lo posible trataba de evitar una relación demasiada estrecha con cualquier representante del sindicato debido a sus diferencias ideológicas. De esta manera se haría autorizar los estudios clínicos lo más pronto posible y luego retornaría  finalmente a su hogar luego de una aquejada jornada. Subió acompañado por el delegado a la oficina del mismo, y le repulsó la decoración kish del cuarto con una proliferación obscena de fotos que mostraban a los sindicalistas en diferentes reuniones políticas y deportivas. Fotos anacrónicas de los líderes de un movimiento anquilosado y traicionado por las ambiciones de sus representantes.

Una horripilante música bullanguera de moda y distintiva de las más bajas clases sociales emergía de un roñoso radiograbador, lo que lo incomodó aún más, y una especie de aborrecimiento tornó a apoderarse silenciosamente de su médula invadiendo todo su ser, lo que trató de disimular con preguntas superficiales que el otro respondió solícito ignorando los verdaderos sentimientos de aquél compañero. 
Luego del trámite enfiló presuroso hacia el exterior del edificio y una vez en su auto, respiró profundo y trató de deshacerse de aquella animadversión, pero no pudo.   

















Necesito sacarme esta asquerosa sensación de adentro, todo lo que debo tolerar para que un esbirro inútil de la mafia gremialista me firme un papel de porquería, por algo que me corresponde por derecho propio. Estos intermediarios nunca han hecho más que chuparnos la sangre a los que verdaderamente trabajamos. Recetas, medicamentos, tratamientos, esparcimientos, vacaciones... todo pasa por sus potestades. Auto perpetuados en el poder traicionando a quienes los han colocado allí; bueno, en realidad los ignorantes son los estúpidos que le han servido de escalones para llegar adonde ahora se han enquistado arrogándose la representación de la que presumen.

Mejor me distraigo mirando ese hermoso cielo crepuscular, me vienen ganas de olvidar todo y salir a correr por el parque como un adolescente que aún tiene toda la vida por delante. Si tuviese una tierna amiguita de la que creería estar enamorado, una jovencita a la que debe descubrirse las más ocultas y excitantes sensaciones. Una figura enigmática en la que disolver esta rabia que me comienza a carcomer nuevamente los órganos.
                                  

  
                             V

Estaba parada indisimuladamente en la parada del ómnibus, en la misma ruta de siempre, y llevaba un ajustado jean que denunciaba sus piernas largas, una peluca lacia de color negro y la infaltable cartera al hombro. La vio de lejos, así que aminoró la marcha del vehículo, indeciso si detenerse realmente. La figura exuberante y un profundo deseo de lo prohibido lo llevaron a pisar casi vehementemente el pedal del freno. La figura se le acercó, y con un amable saludo lo invitó a decidirse. Esta vez Él le abrió la puerta y tomó el dominio de la situación. 
Sos callada, eso me gusta. Parecés una chica seria a pesar de tu trabajo, lo que me cae bien. No soporto las que se hacen las listas y mucho menos las  que, como se saben lindas, piensan que pueden presumirte todo el tiempo.
Vos sos linda, y estoy seguro que sabés muy bien como usar esa ventaja a tu favor para seducir de verdad a tus clientes, que no todos son imbéciles que piensan que la vida es una joda constante. Ayudame a desprenderme de esta amargura existencial, quiero compartirme un instante contigo, aunque para vos sea por dinero, a mí me lo retribuirás con algo invalorable, y eso me excita, y mucho.






Cae la luna sobre los techos y las estrellas fulguran cautivantes esta noche. Las observa desde el auto mientras disfruta escuchando suavemente “July Morning”.Las molestias físicas y la pesadumbre mental han desaparecido. 





                                                            
                                                   VI

Me mató todo el alcohol que tomé para poder escribir sin contemplaciones de ninguna naturaleza. Solo quería dejar fluir la inspiración literaria como Miles Davis dejaba  fluir la música a través de su trompeta, aunque debo reconocer que pocas veces lo he logrado. No importa, los fugaces instantes en que me perdí a través de las palabras valen este agujero que me crece en las tripas, todo tiene su precio y el hermoso valor de la experiencia creativa bien lo justifica. Todas las veces en que te amé perdurarán perfectamente en los manuscritos que tengo guardados en las entrañas, todos los manuscritos que tengo apilados en mi biblioteca eternizarán las experiencias a que me ha movido esta especie de ansiedad inconmensurable. Me puede la noche, me puede la madrugada justo antes del amanecer. En esos momentos soy el único habitante del cosmos y nadie debe alterar esta paz extasiada, este eterno esplín, esta imposibilidad manifiesta. Si dijera que recuerdo todas las veces que te he amado, de seguro que no me creerías, pero no importa; siempre hay una figura nueva con tu rostro aguardando al costado de alguna ruta. Siempre hay algún cuerpo para destruir a dentelladas furiosas y calientes, siempre hay alguien que juega el papel de victima indefensa y que nos refleja en nuestra propia mísera flagelación. 

Esta madrugada me tomaré un whisky, no me importan las recomendaciones médicas. Esta madrugada siento que puedo escribir como se debe.


Puso un disco de Roberto Carlos, que lo fascinaba por lo nostalgiosamente romántico y porque en la pubertad se enamoró por vez primera con su música. Echó un vistazo fuera hacia los árboles del jardín y contempló la bruma que se esparcía lentamente por el contorno de la noche y decidió que hoy esperaría. No saldría a buscar a nadie, solo se sentaría frente al ventanal a dar tiempo al tiempo y ver si a alguien, cualquier figura, se le ocurría pasar caminando por el lugar. Luego sería cuestión de darse el espacio suficiente para emigrar tras sus pasos y darle alcance en algún punto equidistante entre su tranquila contemplación y el caos que comenzaba a arremolinarse alrededor encubierto por la temprana niebla.

A la hora más o menos de espera, pasó por el frente de su casa un joven, seguramente camino a alguna diversión. Él se paró rápidamente y fue en busca de una gabardina verde, a la que primero palpó el bolsillo derecho como asegurándose de alguna cosa. Retiró el disco del reproductor y apagó el equipo de audio. Dejó una luz encendida  y luego de cerrar con llave la puerta de entrada salió encaminándose tras los pasos de la anónima figura. La luna era invisible tras la bruma y las luces del alumbrado público apenas dejaban discernir los perfiles de la calle. Su corazón comenzó a latir excitado ante la proximidad de placenteras y dolorosas sensaciones, ante la evidencia cruelmente innegable de su ansia de sangre. 
El muchacho se dio vuelta cuando lo sintió demasiado próximo a sus espaldas, Él le sonrió como para infundirle confianza y al instante se abalanzó raudamente sobre su cuello, que hundió con un preciso golpe a la garganta empuñando una cuchilla de cocina. Luego ante la sorpresa impávida del joven le escindió un profundo corte de lado a lado dejándolo caer sobre sus rodillas mientras la tierra de la calle comenzaba a empaparse con la sangre vertida. Entonces le aplicó un puntapié en la cabeza para derribarlo definitivamente, y se marchó a paso firme mientras la víctima se desangraba en silencio con rápidos espasmos. Un perro ladró a lo lejos y la niebla finalmente hizo desaparecer ambas figuras del escenario: la que se marchó continuando su camino y la que quedó tendida en el suelo.















-Hola. ¿Cuanto cobrás? -
Bien, es bueno pagar sin remordimientos de enamorado bienpensante. Esta noche tendré sexo como no lo he tenido hace mucho. Estoy realmente excitado y con ganas de hacerte el amor, aunque algunos piensen que esto es patología en vez de amor, me importa un carajo. Me gustan las mujeres que no lo son, me gustan las mujeres sin los defectos femeninos. Me harás feliz esta noche. Te haré feliz también, con dinero y con mi cuerpo. Hoy ardo de deseos. 
Retornó a su hogar jubiloso como no lo había hecho en mucho tiempo. Se sacó la gabardina colgándola prolijamente en el perchero de la entrada y retiró la cuchilla manchada con la sangre seca llevándola la lavar a la bacha de la cocina. Luego se preparó un par de tostados, ya que el hacer el amor le había abierto profusamente el apetito y encendió la radio para escuchar algo de música tranquila. Tomó un té mientras silbaba una tonada y entonces pensó que realmente se sentía bien, como cuando era joven y retornaba a su departamento a altas horas de la madrugada luego de acompañar a su novia de entonces de regreso a su casa luego de hacer el amor, sin cargar con los compromisos de los hombres casados. Continuó silbando la tonada, que pertenecía a una canción bastante normal, y entonces pensó que hoy también se sentía como una persona normal.

Sin embargo aquella noche no durmió demasiado bien, despertó de una pesadilla en la que se encontraba placidamente al amparo de su casa viendo TV por la noche cuando inesperadamente se le aparecieron tres hombres armados detrás del ventanal del estar, de los cuales uno le apuntó directo a la cabeza amenazándolo de muerte, a lo que Él reaccionó echándose hacia atrás y despertó profiriendo un grito ahogado. La sensación de las inquietantes presencias le duró unos cuantos segundos hasta que poco a poco se fue calmando a medida que se iban desvaneciendo de su mente. Debió tomar un tranquilizante para volver a conciliar el tortuoso sueño y se despertó a media mañana con el sol a pleno iluminando el pasillo de acceso al dormitorio. 



                                          VII  


Tuve un amor de quince años, que terminó incongruentemente. Luego jamás volví a enamorarme, a pesar de que soy profundamente enamoradizo. Mi enamoramiento actual dura instantes, luego se pierde en la indefinición de las circunstancias ó en el fastidio de mi propia enfermedad. Cuando conozco gente nueva creo que aún existen posibilidades de que se resarza esta misantropía, se me generan esperanzas de que esta soltería termine finalmente en una agradable pareja de viejitos felices cultivando rosas en el jardín. Pero una puntada traicionera en los intestinos desmorona esta ilusión y deja patente el rostro crudo de la realidad. Cuando me miro en el espejo no puedo ignorar que los años han pasado y que ya no hay vuelta atrás. Solo cuando escribo todo esto se relativiza, y el tiempo pasado importa tanto como el por venir y allí descubro que solo así soy feliz. Y para ser feliz necesito salir de vez en cuando al camino al encuentro de aquellos ángeles de la ruta, que me aguardan impiadosos para vengarme en ellos esta desazón que avanza incontenible en mi ser y que se convierte en podredumbre dentro de mi cuerpo. Dulces sonrisas prefabricadas y voces fingidas que desatan el odio más cruel que haya podido imaginar. Un ángel martirizado sobre mis muslos desata la furia que siempre supe tener aguardando en mi interior, en contraposición a todas las buenas costumbres que supe aprender, y me brinda luego la ansiada recompensa de la caricia y de la pasiva entrega con un beso de sus labios calientes y sangrantes. Un ángel de la ruta que Dios ha puesto en mi camino para desatar esta congoja que avanza día a día y transmutarla en la paz infinita de un cielo estrellado para siempre.





                          VIII

-Señor, han reconocido la patente de su auto en un par de oportunidades que coinciden con la desaparición de los travestis, lo que lo involucra e implica en la investigación ya que las pistas convergen hacia usted como una de las ultimas personas que los han visto con vida. Deberá acompañarnos a la comisaría y si lo desea pude ir contactando a un abogado. Allá solo le tomaremos declaración y luego se verá...

Entonces les pidió a los policías si primero podía tomar su medicación, ya que fuertes dolores habían comenzado a punzar su bajo vientre y con el permiso otorgado se acercó a la cajonera del pasillo y en una ráfaga se le evidenció la pesadilla de la noche pasada, la de las tres entidades que lo amenazaron con armas de fuego: los tres uniformados que ahora le aguardaban; extrajo de un cajón la caja de las pastillas mientras uno de  ellos observaba sus movimientos y luego en el fondo del mismo cajón palpó la pistola escondida que siempre mantenía cargada para eventuales circunstancias. La tomó fuertemente en sus manos luego de sacarle el seguro siempre a ciegas y rápidamente la extrajo disparando a mansalva sobre los tres hombres, que incapacitados de reaccionar a tiempo cayeron tendidos sobre el piso alfombrado de la sala, excepto uno que herido golpeó contra la mesa y trató de parapetarse bajo la misma para responder el fuego, pero sus movimientos entorpecidos por el balazo y por el golpe no fueron lo suficientemente rápidos y al instante se vio rematado por dos disparos efectuados a quemarropa sobre su cabeza. Luego envuelto en una vorágine de silencio sepulcral reaccionó y rápidamente ganó la salida iluminada por los destellos de la sirena del móvil policial que aguardaba estacionado. Escuchó el ladrido constante de los perros de las casas vecinas y antes que alguien lo pudiera reconocer  corrió hacia la calle perdiéndose en la creciente oscuridad del ocaso.    

……………………………………………………


Cansado por fin de caminar a lo largo de la avenida, se detuvo en una esquina que conocía muy bien y sintió unas ganas irresistibles de ser poseído por un ángel de los que merodeaban el lugar, para expiar la excitante culpa del triple asesinato que había terminado de cometer. 
Si la inquietante vehemencia continuaba, quizá el mismo ángel reposando sobre sus muslos ahora sudorosos por la caminata, le ofrecería la expiación final sacrificándose en sus más oscuros deseos. Así recomenzaría, renacería a un armonioso universo carente de penas y de dolores mortales. Podría retornar a escribir sus novelas escuchando “July Morning” y obviar el intrascendente trabajo de redactor en el periódico.

-Me llamo Nancy, hago todo lo que vos quieras, pero primero me pagás. 
Si querés vamos a la placita y terminamos el asunto rapidito, o si la querés pasar mejor, acá a la vuelta está “El Roxy” que cobra barato y tiene lindos cuartos y camas confortables. Ya me conocen y la policía no molesta.

Nunca fui de hacer porquerías contra las paredes ó bajo algún árbol, mi natural educación burguesa siempre me condicionó a buscar lugares cómodos y aseados. Y si de joven podía estar haciendo arrumacos con alguna novia en el banco de alguna plaza, ahora de grande desisto completamente de tales osadías. Últimamente mi auto estacionado en un lugar protegido era un buen sitio para expandirme al amor, pero ahora estoy de a pié, y lo más sensato será acudir a un espacio construido para tal fin. Vayamos al “Roxy”, mantendré mi anonimato y no me buscarán allí. 

-¿Te sentís bien, amor? Hace mucho tiempo que estás metido en el baño. ¿Querés que llame a alguien? Abrí, dale. A ver si te puedo ayudar. No me asustés así nene, que a estas horas no tengo ganas de andar corriendo para ir a buscar a un médico.

Repentinamente los retorcijones en el lugar y momento menos propicio, se olvidó la medicación en su casa y debía haberla tomado antes de la escaramuza con los policías. Ahora solo podía esperar que la terrible molestia amainara un poco, tratar de incorporarse del inodoro y recostarse en la cama hasta que ese puño de acero cediera en su hurgueteo medular. 
Sí, por suerte y viéndolo desde el lado positivo esta vez tenía a alguien cerca que pudiera hacer algo por Él, que consiguiese ayudarlo a soportar al menos aunque sea levemente esta nueva crisis inesperada. 
Sí, esta vez el ángel de la ruta lo protegería con sus alas y buscaría a su amparo el menospreciado afecto maternal. Tal vez la sangre no fuera necesaria esta vez y una cálida y confusa caricia femenina pudieran revertir el consabido proceso de la expiación. Solo debía acceder y estaba seguro que Ella comprendería. Prostituta, enfermera y madre en la misma noche.

-Así, nene. Dejá que te acaricie un poco la pancita, vas a ver como se te pasa. Vos seguí acostado y descansá. Parece como que tenés un nudo en el vientre, seguro que te hace falta relajarte y mucho mimo para que desaparezcan esas tensiones que te tienen a maltraer. Conozco un poco porque hice terapia holística hace unos años; te ayuda con muchas cosas.

Si, estás muy nervioso, pensá en cosas bonitas; acá me tenés a mí que soy la mas bonita de todas. ¡Ja! Dale bichi, mamá te va a curar esa nana que te tiene a maltraer. Un hombre tan apuesto como vos tiene que sentirse bien para hacer feliz a las chicas como Yo. ¿O acaso crees que somos dichosas porque hay patanes que nos pagan lo que pedimos? Nooo…también nosotras necesitamos hombres de verdad que nos hagan sentir verdaderas mujeres, claro que si tienen una buena posición económica y platita mucho mejor. Dale Papi, se te va a pasar; dale que no quiero desperdiciarte ahí tirado en la cama enfermito y quejoso. ¿Ves como te está haciendo bien? Ya vas a ver como voy a hacer que ese bulto en el estómago se te baje a la entrepierna y ahí lo vamos a disfrutar los dos. Dale que para enfermera me hubiera metido en un hospital. 

Me siento mejor. Este ángel masajea bien, sus manos parecen tener propiedades curativas, es simpático y me gusta el tono de su voz: no es fingido ni chocante. Hasta me atrevería a decir que posee una especie de agradable dulzura. Tal vez el espíritu realmente persista y puede que no esté condicionado por los pecados de la carne. Toda esta ambigüedad desaparece en su presencia, todo este horripilante estado de desesperación. Vaya paradoja, mi ambigüedad desaparece en su propia ambigüedad. El dolor se atenúa arrullado en la ternura de sus palabras.

No sé muy bien que me pasa, me siento cada vez mejor. Me siento puro.

Un ángel de la ruta besándome sincero y realmente apasionado. Sobre mis muslos, sobre mi alma, durmiendo abrazado a mi lado. Sin necesidad de sangre derramada, tan solo y tanto afecto que redime todas mis alucinadas experiencias. Puro como esa luz que ahora invade mis entrañas, la podredumbre orgánica se ha transmutado en un intenso bienestar. Ella me mira con sus luminosos ojos llenos de bondad, acaricia mis brazos y besa mis heridas. El deseo se mezcla con la templanza, toda aquella angustia se fue. Solo quiero descansar abrigado en su cuerpo, envuelto en el permanente cariño de su Ser.

Un ángel en la ruta, por fin el que tanto busqué. 

                     

…………………………………………………………



-No se, oficial. Si, claro que lo notaba un poco raro, pero en esta profesión una se cruza con cada espécimen que da para diez novelas seguidas.
El tipo tenía dinero, parecía de buena alcurnia; quiero decir que no encajaba en el común de los clientes. Nos fuimos al “Roxy” y alquilamos la habitación. Después se encerró en el baño y salió solo ante mi insistencia. Parecía realmente de última, me ofrecí masajearle un poco donde le dolía.
Y ahí mientras lo abrigaba un poco con la frazada porque estaba helado y le hacía unas caricias se fue como durmiendo tranquilamente. Todavía me dije que me funcionaba bien la terapia, porque lo noté como que le hacía bien. ¡Por Dios! ¡Qué sabía yo que el tipo se estaba muriendo en mis propias manos! Mire que he visto cada cosa Oficial…. Pero que se me muera un cliente en la cama…..bueno…sniff. Lo siento, soy un poquito sensible, ¿Vió? Una en esta profesión no gana ni para disgustos. Con todas esas compañeras asesinadas, todavía a mí me pasa esto. Está bien, cuando llegue a casa, después de declarar, le voy a encomendar el alma de ese pobre difunto al Ángel del Camino. Yo todas las noches antes de salir a trabajar siempre le dejo encendido una velita ó un sahumerio. Es el ángel protector de las trabajadoras de la ruta. ¿Usted no cree en esas cosas?...




                        FIN    


  (Cuento largo escrito a principios de 2004)

 







sábado, 16 de febrero de 2013


La empalizada blanca 



        
La empalizada blanca se desliza hasta el fin de la vereda
cubierta de césped
y un vacío en la blanca continuidad
me indica que es la puerta de entrada 
al cuidado y espacioso terreno
donde se yergue el bonito chalet americano
donde bajo la galería del porch
descansa un sillón de mimbre

             Y en él reconozco
             aquél viejo sillón
             donde me hacías el amor
             hamacándote  sobre mis muslos 
             y aferrada al respaldo
             con tus manos benditas
             con el secreto goce
             de las sensaciones prohibidas.




  Y de repente salen corriendo hacia mí desde detrás del cerco
  dos niños y una niña a cuál más hermoso
  felices de verme llegar.
  Un perro viejo recibiéndome con el comprensivo silencio de los años
  y un cachorro saltando y mordiéndome travieso los talones
  Dos gatos descansando en la ventana de la cocina
  y una estilizada pelirroja arreglando las flores del jardín
  vestida con un enterito
  y tocada con un sombrero de paja y ala ancha. 

               



               Y hecho trizas el sueño americano
               en la conversión sudaca de la globalización
               Planeta hipercomunicado
               entre la miseria conjunta de los marginados
               Holograma televisivo insertado en mi cabeza
               desde niño
               Comprándome la mejor carabina de repetición
               para combatir los peores enemigos internos.


 Un espacioso living con chimenea
 cortinas de gasa esparciendo tenue la luz del atardecer
 El olor a café desde la cocina
 y la malteada con los panes rebosantes de mermelada
 El sonido de la TV congraciando las travesuras hogareñas
 con el programa favorito de las cinco,
 un Flipper simpático y feliz ó un novedoso Batman psicodélico
 un dibujo picapiedras ó un Lassie codiciado
 para la cabaña de fin de semana.
 Y mientras mis hijos meriendan miro a través de la ventana
 el idílico paisaje barrial
 donde no existen las drogas ni los saqueos
 y donde el vecino me saluda mientras corta el césped
 y su mujer con las tijeras de podar en la mano
 me guiña cómplice un ojo.





                   Ayer golpeé tu puerta
                  mirabas al atardecer desde el fondo del boulevard
                  Con mis manos llenas de ira retorné al taxi
                  para dejarte abandonado mi obsequio 

                  en la entrada de tu casa
                  Y retorné a la noche para no encontrarte
                  solo tu voz hablando por teléfono
                  angelical provenía desde tu ventana
                  Y mirabas hipnotizada la corriente que bajaba
                  por ése misterio de agua donde flotabas
                  Y mi cabeza descansó sobre mis propias rodillas
                  arrojado por la desidia en el refugio
                  de la parada de colectivos
                  donde mis puños se agotaron de golpear tu puerta
                  para que el alcohol pasara a golpear mi cabeza.     


Entonces regresé al momento que caminaba por la aseada vereda al costado de la blanca empalizada
con una leve brisa que agitaba las hojas de los alerces y las hacía caer grácilmente
ante mis pasos y sobre mis hombros,
Y recordé aquél film donde de la comedia
Dick VanDyke alcanzó la tragedia
inmerso en el camino sin retorno del alcohol
inmerso como Yo ahora estoy en esta vereda
desesperanzado en el cómodo porvenir del progreso,
Acabado.
Y un ligero temblor recorrió mis espaldas y un escalofrío se apoderó repentinamente de mi ser
pero continué adelante bajando lentamente la calle
Y allá a lo lejos alcanzaba a divisar a mis vecinos prolijando el parque
y a la patrulla cruzando tranquilamente la esquina mientras los oficiales conversaban dichosos entre ellos
y a los niños correteando, jugando y andando con sus bicicletas 
y al sombrero de paja de mi mujer asomando detrás de unos arbustos

          
                    Conseguí mi casa      
                    Conseguí dos gatos y dos perros
                    Tengo un parque y una piscina
                    Faltan nimiedades como un garaje y un automóvil
                    El estéreo anda bien y en la TV color 

                    veo los mismos seriales
                    que siempre quise ver
                    Aunque a veces me sobreviene la misma sensación
                    que en la película de VanDycke
                    Y me entran deseos de emerger a asesinar a alguien
                    Cualquiera, no importa quién
                    siempre y cuando no encaje en mi sueño americano

                    de la empalizada bajita y blanca.


Avanzo hacia  la casa y ya presiento el vacío en la cerca
que anuncia la entrada
donde no son necesarias las puertas
porque ni el cartero ni el repartidor de periódicos
necesitan entrar
porque la propiedad de un hombre es sagrada
y el buzón del correo pintada su puerta de rojo asoma a la vereda 
y los diarios vuelan a través de la cerca desde la calle hasta el porch
donde mi perro lo aguarda para alcanzármelo mientras despierto
en los domingos en California por la mañana


                      Suena una canción...
                      nunca supe si ése era el nombre
                      aunque la que suena es la de Tammy Wynette
                      la misma canción de la película de Jack Nicholson
                     “Mi vida es mi vida”
                      donde Él curiosamente se encuentra 

                      en una encrucijada
                      hasta que abandona todo y se va
                      Sé fiel a tu hombre, sé fiel a tu mujer
                      Sé fiel a tu familia y a tu estilo de vida.






Y a unos metros de la entrada de la casa
ya vienen mis hijos a besarme
El vecino alza la vista para saludarme y su señora para sonreírme
Los perros giran sus hocicos hacia mi procedencia
y mi mujer interrumpe el cuidado de las flores del cantero
para mirarme
entonces y a pesar de una hermosa tarde veraniega
destella un relámpago...

y escucho el lejano eco de un trueno
y la entrada en la cerca blanca
y los ojos inocentes llenos de felicidad
y sus labios deliciosos articulando “Te amo”
y el gesto franco del amigo
y la canción de Tammy
y mis pasos
para siempre congelados.

                                                          Enero 2003.