Las Líneas Pecaminosas
I
A
lo largo de las líneas pecaminosas han derrumbado los murallones de la
idealidad.
La puta que lo parió, si lo que carajo importaba era tan solo salir a caminar tranquilamente por ahí y tomarse unos mates con todo el tiempo del mundo y sin nadie que le rompiera las bolas. Pero el abuso astuto de la sociedad ejerce su funesta influencia sobre la trama que se ha ido formando en su entorno y desarrollando desde su interior, para atraparlo como una invisible tela de araña que condiciona todos sus pensamientos y todas sus esperanzas que terminan deshechas en la oblicuidad impiadosa de lo evidente. Siempre le gustó escribir y por ello se metió a redactor en un periódico, pero nunca pensó que terminaría odiando su trabajo plagado de rutinarias actitudes. Nunca pensó que todo ello le generaría una extensa y venenosa enfermedad que le iría ganando implacablemente sus mejores años de existencia.
La puta que lo parió, si lo que carajo importaba era tan solo salir a caminar tranquilamente por ahí y tomarse unos mates con todo el tiempo del mundo y sin nadie que le rompiera las bolas. Pero el abuso astuto de la sociedad ejerce su funesta influencia sobre la trama que se ha ido formando en su entorno y desarrollando desde su interior, para atraparlo como una invisible tela de araña que condiciona todos sus pensamientos y todas sus esperanzas que terminan deshechas en la oblicuidad impiadosa de lo evidente. Siempre le gustó escribir y por ello se metió a redactor en un periódico, pero nunca pensó que terminaría odiando su trabajo plagado de rutinarias actitudes. Nunca pensó que todo ello le generaría una extensa y venenosa enfermedad que le iría ganando implacablemente sus mejores años de existencia.
Caminaba
cansino a lo largo de la avenida, mientras a su lado pasaban lentamente los
autos, algunos de los cuales le tocaban bocina ó a través de una ventanilla
entreabierta sus conductores solían descerrajarle un feroz improperio. Más allá
de todas las luces mortecinas del alumbrado público y de la penumbra del ocaso,
el cielo se teñía de un resplandeciente púrpura transmutándose en un rabioso
violeta y los calores de una incierta primavera sofocaban las hierbas de la
banquina.
Pero
Él continuaba con la mirada perdida hacia el frente, como impulsado por un
secreto mecanismo que tuviese su origen en alguna razón mística. Llameante el
ocaso, llameante también sus ojos. Las palmeras del boulevard le hacían de
callados guardianes y la leve brisa sumada a la ráfaga de los vehículos que
transitaban por sus flancos le ondulaba su largos cabellos hacia atrás. Luces
de neón comenzaban a adornar las marquesinas de los comercios y de los bares,
que centelleaban en contraposición de la monocorde luz cenital.
Solitario
continuaba transitando su camino sin alterarse y al parecer sin siquiera
percatarse de lo que lo rodeaba. Ciego en su vislumbre de eternidad, para Él el
mundo parecía resumirse tan solo a una ausente entelequia, a una entidad
virtual. En tanto un creciente flujo de automóviles emprendía la extensa
carretera camino a las horas del anochecer. Muchos retornando de sus
actividades diurnas, otros principiando el recorrido hacia el relax de la diversiones
nocturnas.
................................................................
Esta noche que se le dio por llover y por soplar una brisa fresca que relajaba del calor que había acosado durante todo el día, justo esta noche había comenzado a sentirse mejor, luego de un par de días molesto con los terribles dolores y con la frecuencia casi obsesiva de correr hacia el baño.
Esta noche que se le dio por llover y por soplar una brisa fresca que relajaba del calor que había acosado durante todo el día, justo esta noche había comenzado a sentirse mejor, luego de un par de días molesto con los terribles dolores y con la frecuencia casi obsesiva de correr hacia el baño.
Y
justo ahora había retornado la misma vieja sensación con la misma lozanía de
siempre, con las ganas y la ansiedad aflorándole en la piel.
Y
recordó las veces que pasaba con el auto por aquél lugar específico de la ruta
donde a veces solía encontrarse esa figura sin rostro que lo invitaba a
imaginar las más secretos incidentes en los más turbios lugares, esa figura a
la que Él le ponía las más diversas personalidades que solo reflejaban la
misma: la suya.
La
razón de nunca haberla encarado para materializar su deseo tal vez radicaba en
ello, en dejarlo librado a la posibilidad sin afrentarlo con la realidad
prosaica y desencantada. Mantenerla como estímulo sin agotarla en la
consumación del hecho.
Pero
ahora retornaba como el fantasma de un deseo contenido, como una urgente
necesidad que le crispaba los ademanes, que le asolaba la respiración. Que
definitivamente no le permitiría descansar esa noche.
Volteó
hacia el ventanal y observó como la llovizna se deslizaba en cuantiosas gotas
sobre el vidrio. Imaginó el vidrio de la puerta del auto y el rostro de ella
asomando con una sonrisa pecaminosa, su voz atípicamente femenina, como una
burda y afectada imitación, y el momento en que se abría la puerta para
deslizarse al mullido interior del automóvil, cuando el reflejo luminoso de un
relámpago contra el ventanal lo retornó a la realidad. Bebió un sorbo del café
que mantenía en sus manos y decidió salir, ahora que el malestar casi crónico
que lo afectaba le había obsequiado unos instantes de aparente serenidad.
Caminó
rápidamente del porch de la casa, una vez cerrada la puerta de entrada
principal hacia el auto para esquivar la tenue lluvia y se marchó lentamente
solo con las luces de posición encendidas. En tanto un nuevo relámpago iluminó
tenuemente las copas brillantes de los árboles.
II
Soy escritor, me gusta escribir novelas y cuentos. Sobre todo los días como éste, en que la lluvia parece inspirarme, por más que Antonio Birabent diga lo contrario en su canción. La sutil humedad, la oscuridad del cielo nublado y la adquisición de un cálido refugio parecen retrotraerme a un idílico estado prenatal, en el que todas las cosas lucen como dispuestas a ser inventadas, a ser descubiertas como las figuras que se van perfilando lentamente en un cuadro ó en un dibujo a medida que son pintadas y dibujadas. Así me gusta ir descubriendo las formas con las caricias de mis dedos, con el recorrido dúctil de mis labios. Así también me gusta sentir de la misma manera como me van descubriendo a mí mismo otras manos y otros labios. Y la indescriptible erótica sensación que ello conlleva.
Soy
violento en el éxtasis, imposible de frenarme cuando todos los límites ya se
han caído, cuando la línea entre el clímax y el desenfreno se ha superado. No
sé si soy pasional, ó bestial. Solo sé que en ese estado olvido mi cabeza y lo
único que logro divisar es la irrefrenable búsqueda de la más inmediata
satisfacción que me hace caer a ese abismo intensamente real en el que se
deshacen todas las cosas, desde el brillo de tus ojos a las más inmensas
constelaciones, para renacer a una creación renovada como si se tratara del
diástole y el sístole del universo. Sé que suena algo poético y tal vez algo
desquiciado, pero no hallo otros palabras ni otros conceptos para explicar lo
que siento cuando me suceden estas cosas.
III
Detuvo el auto al costado de la penumbrosa carretera, aún lloviznaba y la figura que estaba resguardada bajo un inmenso cartel de propaganda se acercó rápidamente hacia él. Joven, delgada, veinte y tres años quizás, excesivamente maquillada y con una imperturbable frialdad en sus ojos celestes, se arrimó a la ventanilla y le sonrió con obsceno desenfado. Él no supo muy bien qué hacer, entonces ella con la sencillez de la experiencia levantó el seguro manual de la puerta y se deslizó rápidamente al interior. Echó sus cabellos teñidos hacia atrás y le susurró con gracia ensayada la tarifa. Él apenas asintió con un gesto y volvió a poner en marcha el auto, que retomó la ruta y se perdió tras una leve cortina de humedad.
-Mi
gato se llama Romino, se llama así porque de chiquito pensábamos con mi amiga
Lucrecia que se trataba de una gatita, a la que le pusimos Romina, ¡Ja! ¿No es
gracioso? ¡Qué tiempo este! Con esta lluvia no dan ganas de salir a trabajar,
pero una tiene que vivir ¿Vistes?. Dale, poné algo de música ¿no tenés nada
bueno para escuchar? Así nos relajamos, sobre todo vos que te veo muy tenso.
¿No habías salido antes con chicas como yo? Seguro que no, debe ser tu primera
vez. ¿Vistes como adivino todo?
No te pongas mal, no pasa nada. Vas a ver que te va a gustar, te lo aseguro Yo que soy la mejor de este tramo de la ruta; sinó te devuelvo la plata ¡Ja! ¡Vengo con garantía! ¡Que grande! ¿no? Dale, ponete flojito, te hacen falta unas caricias mi amor.....¡Uy! ¡Qué tenso que estás papi!. Ya te vas a relajar, vas a ver.
No te pongas mal, no pasa nada. Vas a ver que te va a gustar, te lo aseguro Yo que soy la mejor de este tramo de la ruta; sinó te devuelvo la plata ¡Ja! ¡Vengo con garantía! ¡Que grande! ¿no? Dale, ponete flojito, te hacen falta unas caricias mi amor.....¡Uy! ¡Qué tenso que estás papi!. Ya te vas a relajar, vas a ver.
Desde
lejos, atravesando la sinuosidad del camino se ven aparecer los faros de un
automóvil cuya luz tiembla a través de la bruma nocturna.
El bosque cubre con su oscuridad el cielo borrascoso y una leve brisa agita las hojas de la profusa arboleda. El vehículo pasa raudo por el camino y alcanza a escucharse parte de la canción “July Morning” de Uriah Heep que suena en su estéreo. Solo un ocupante, el conductor, se divisa en el interior del mismo. La lluvia ha cesado.
El bosque cubre con su oscuridad el cielo borrascoso y una leve brisa agita las hojas de la profusa arboleda. El vehículo pasa raudo por el camino y alcanza a escucharse parte de la canción “July Morning” de Uriah Heep que suena en su estéreo. Solo un ocupante, el conductor, se divisa en el interior del mismo. La lluvia ha cesado.
IV
Mi interior parece explotar, una garra parece aferrarse a mis entrañas y un demonio formado con células rebeldes fuera de control se apodera de mi organismo y siento que parirlo es la única manera de exorcizarlo, pero se resiste y desea convivir dentro mío. Si el camino del disfrute trae aparejado el dolor más intenso como precio final, aquello pecaminoso se ha convertido en el divino castigo que parece reservarnos el Universo.
Hoy
me quedaré en la cama, tal vez escuchando algo de radio, tomaré algún calmante
que me adormezca y me prive finalmente de la insoportable convivencia
cotidiana. Los recetarios médicos darán la razón justificada en el trabajo del
periódico, donde se me tolera esta indisciplina cortésmente a raíz de la
impiadosa lástima. El escritor no acudirá hoy a su escritorio, usado cada vez
más seguido por un reemplazante. Si me cansa el sueño y el desvelo atenúa estos
dolores, puede que durante la noche perfile alguna de mis novelas mientras
trataré de disfrutar este alivio climático que trajo la lluvia de hace dos
días. No deseo pensar nada más.
Durmió
extasiado con el rostro vuelto hacia la ventana, soñó que visitaba a su madre
en la antigua casa, con la segura sensación de que el tiempo en realidad no
había pasado. Todo continuaba como en su niñez, los rastros de las sombras de
la adulta responsabilidad habían desaparecido y una especie de placidez
acompañaba todos sus gestos y palabras. El sueño lo cobijó en un cálido útero
onírico y despertó feliz a medianoche para encaminarse rápidamente hacia el
baño, donde las dificultades biológicas lo fueron desperezando a la áspera
realidad. Luego preparó un té y se dispuso a trabajar sobre la computadora.
Aquí es cuando se sentía tranquilamente creativo para desmenuzar los entornos
cerrados de su mente. Aquí es cuando escribía, en el silencio disipado de la noche.
-Mire
amigo, usted debe hacerse unos estudios para ver como progresa la enfermedad,
yo le hago la orden pero me la tiene que autorizar por la obra social de sus
sindicato. Luego viene y acordamos los detalles para hacerse los estudios. ¿Le
parece bien?.
A
pesar de asistir al periódico, ese día no anduvo demasiado bien, con las
molestias crónicas que lo llevaban a desaparecer raudo hacia el baño por unos
cuantos minutos y que le impedían concentrarse en la confección de una nota que
llevaba demasiado tiempo atrasada. Sin embargo aprovechó aquella jornada para
contactar al delegado general, hecho que no le infundía demasiada simpatía ya
que en lo posible trataba de evitar una relación demasiada estrecha con
cualquier representante del sindicato debido a sus diferencias ideológicas. De
esta manera se haría autorizar los estudios clínicos lo más pronto posible y
luego retornaría finalmente a su hogar
luego de una aquejada jornada. Subió acompañado por el delegado a la oficina
del mismo, y le repulsó la decoración kish
del cuarto con una proliferación obscena de fotos que mostraban a los
sindicalistas en diferentes reuniones políticas y deportivas. Fotos anacrónicas
de los líderes de un movimiento anquilosado y traicionado por las ambiciones de
sus representantes.
Una
horripilante música bullanguera de moda y distintiva de las más bajas clases
sociales emergía de un roñoso radiograbador, lo que lo incomodó aún más, y una
especie de aborrecimiento tornó a apoderarse silenciosamente de su médula
invadiendo todo su ser, lo que trató de disimular con preguntas superficiales
que el otro respondió solícito ignorando los verdaderos sentimientos de aquél
compañero.
Luego del trámite enfiló presuroso hacia el exterior del edificio y una vez en su auto, respiró profundo y trató de deshacerse de aquella animadversión, pero no pudo.
Luego del trámite enfiló presuroso hacia el exterior del edificio y una vez en su auto, respiró profundo y trató de deshacerse de aquella animadversión, pero no pudo.
Necesito sacarme esta asquerosa sensación de adentro, todo lo que debo tolerar para que un esbirro inútil de la mafia gremialista me firme un papel de porquería, por algo que me corresponde por derecho propio. Estos intermediarios nunca han hecho más que chuparnos la sangre a los que verdaderamente trabajamos. Recetas, medicamentos, tratamientos, esparcimientos, vacaciones... todo pasa por sus potestades. Auto perpetuados en el poder traicionando a quienes los han colocado allí; bueno, en realidad los ignorantes son los estúpidos que le han servido de escalones para llegar adonde ahora se han enquistado arrogándose la representación de la que presumen.
Mejor
me distraigo mirando ese hermoso cielo crepuscular, me vienen ganas de olvidar
todo y salir a correr por el parque como un adolescente que aún tiene toda la
vida por delante. Si tuviese una tierna amiguita de la que creería estar
enamorado, una jovencita a la que debe descubrirse las más ocultas y excitantes
sensaciones. Una figura enigmática en la que disolver esta rabia que me
comienza a carcomer nuevamente los órganos.
V
Estaba
parada indisimuladamente en la parada del ómnibus, en la misma ruta de siempre,
y llevaba un ajustado jean que denunciaba sus piernas largas, una peluca lacia
de color negro y la infaltable cartera al hombro. La vio de lejos, así que
aminoró la marcha del vehículo, indeciso si detenerse realmente. La figura
exuberante y un profundo deseo de lo prohibido lo llevaron a pisar casi
vehementemente el pedal del freno. La figura se le acercó, y con un amable
saludo lo invitó a decidirse. Esta vez Él le abrió la puerta y tomó el dominio
de la situación.
Sos callada, eso me gusta. Parecés una chica seria a pesar de tu trabajo, lo que me cae bien. No soporto las que se hacen las listas y mucho menos las que, como se saben lindas, piensan que pueden presumirte todo el tiempo.
Sos callada, eso me gusta. Parecés una chica seria a pesar de tu trabajo, lo que me cae bien. No soporto las que se hacen las listas y mucho menos las que, como se saben lindas, piensan que pueden presumirte todo el tiempo.
Vos
sos linda, y estoy seguro que sabés muy bien como usar esa ventaja a tu favor
para seducir de verdad a tus clientes, que no todos son imbéciles que piensan
que la vida es una joda constante. Ayudame a desprenderme de esta amargura existencial,
quiero compartirme un instante contigo, aunque para vos sea por dinero, a mí me
lo retribuirás con algo invalorable, y eso me excita, y mucho.
Cae
la luna sobre los techos y las estrellas fulguran cautivantes esta noche. Las
observa desde el auto mientras disfruta escuchando suavemente “July Morning”.Las
molestias físicas y la pesadumbre mental han desaparecido.
VI
Me
mató todo el alcohol que tomé para poder escribir sin contemplaciones de
ninguna naturaleza. Solo quería dejar fluir la inspiración literaria como Miles
Davis dejaba fluir la música a través de
su trompeta, aunque debo reconocer que pocas veces lo he logrado. No importa,
los fugaces instantes en que me perdí a través de las palabras valen este
agujero que me crece en las tripas, todo tiene su precio y el hermoso valor de
la experiencia creativa bien lo justifica. Todas las veces en que te amé
perdurarán perfectamente en los manuscritos que tengo guardados en las
entrañas, todos los manuscritos que tengo apilados en mi biblioteca eternizarán
las experiencias a que me ha movido esta especie de ansiedad inconmensurable.
Me puede la noche, me puede la madrugada justo antes del amanecer. En esos
momentos soy el único habitante del cosmos y nadie debe alterar esta paz
extasiada, este eterno esplín, esta imposibilidad manifiesta. Si dijera que
recuerdo todas las veces que te he amado, de seguro que no me creerías, pero no
importa; siempre hay una figura nueva con tu rostro aguardando al costado de
alguna ruta. Siempre hay algún cuerpo para destruir a dentelladas furiosas y
calientes, siempre hay alguien que juega el papel de victima indefensa y que nos
refleja en nuestra propia mísera flagelación.
Esta
madrugada me tomaré un whisky, no me importan las recomendaciones médicas. Esta
madrugada siento que puedo escribir como se debe.
Puso
un disco de Roberto Carlos, que lo fascinaba por lo nostalgiosamente romántico
y porque en la pubertad se enamoró por vez primera con su música. Echó un
vistazo fuera hacia los árboles del jardín y contempló la bruma que se esparcía
lentamente por el contorno de la noche y decidió que hoy esperaría. No saldría
a buscar a nadie, solo se sentaría frente al ventanal a dar tiempo al tiempo y
ver si a alguien, cualquier figura, se le ocurría pasar caminando por el lugar.
Luego sería cuestión de darse el espacio suficiente para emigrar tras sus pasos
y darle alcance en algún punto equidistante entre su tranquila contemplación y
el caos que comenzaba a arremolinarse alrededor encubierto por la temprana
niebla.
A
la hora más o menos de espera, pasó por el frente de su casa un joven,
seguramente camino a alguna diversión. Él se paró rápidamente y fue en busca de
una gabardina verde, a la que primero palpó el bolsillo derecho como
asegurándose de alguna cosa. Retiró el disco del reproductor y apagó el equipo
de audio. Dejó una luz encendida y luego
de cerrar con llave la puerta de entrada salió encaminándose tras los pasos de
la anónima figura. La luna era invisible tras la bruma y las luces del
alumbrado público apenas dejaban discernir los perfiles de la calle. Su corazón
comenzó a latir excitado ante la proximidad de placenteras y dolorosas
sensaciones, ante la evidencia cruelmente innegable de su ansia de sangre.
El muchacho se dio vuelta cuando lo sintió demasiado próximo a sus espaldas, Él le sonrió como para infundirle confianza y al instante se abalanzó raudamente sobre su cuello, que hundió con un preciso golpe a la garganta empuñando una cuchilla de cocina. Luego ante la sorpresa impávida del joven le escindió un profundo corte de lado a lado dejándolo caer sobre sus rodillas mientras la tierra de la calle comenzaba a empaparse con la sangre vertida. Entonces le aplicó un puntapié en la cabeza para derribarlo definitivamente, y se marchó a paso firme mientras la víctima se desangraba en silencio con rápidos espasmos. Un perro ladró a lo lejos y la niebla finalmente hizo desaparecer ambas figuras del escenario: la que se marchó continuando su camino y la que quedó tendida en el suelo.
El muchacho se dio vuelta cuando lo sintió demasiado próximo a sus espaldas, Él le sonrió como para infundirle confianza y al instante se abalanzó raudamente sobre su cuello, que hundió con un preciso golpe a la garganta empuñando una cuchilla de cocina. Luego ante la sorpresa impávida del joven le escindió un profundo corte de lado a lado dejándolo caer sobre sus rodillas mientras la tierra de la calle comenzaba a empaparse con la sangre vertida. Entonces le aplicó un puntapié en la cabeza para derribarlo definitivamente, y se marchó a paso firme mientras la víctima se desangraba en silencio con rápidos espasmos. Un perro ladró a lo lejos y la niebla finalmente hizo desaparecer ambas figuras del escenario: la que se marchó continuando su camino y la que quedó tendida en el suelo.
-Hola. ¿Cuanto cobrás? -
Bien, es bueno pagar sin remordimientos de enamorado bienpensante. Esta noche tendré sexo como no lo he tenido hace mucho. Estoy realmente excitado y con ganas de hacerte el amor, aunque algunos piensen que esto es patología en vez de amor, me importa un carajo. Me gustan las mujeres que no lo son, me gustan las mujeres sin los defectos femeninos. Me harás feliz esta noche. Te haré feliz también, con dinero y con mi cuerpo. Hoy ardo de deseos.
Retornó
a su hogar jubiloso como no lo había hecho en mucho tiempo. Se sacó la
gabardina colgándola prolijamente en el perchero de la entrada y retiró la
cuchilla manchada con la sangre seca llevándola la lavar a la bacha de la
cocina. Luego se preparó un par de tostados, ya que el hacer el amor le había
abierto profusamente el apetito y encendió la radio para escuchar algo de
música tranquila. Tomó un té mientras silbaba una tonada y entonces pensó que
realmente se sentía bien, como cuando era joven y retornaba a su departamento a
altas horas de la madrugada luego de acompañar a su novia de entonces de
regreso a su casa luego de hacer el amor, sin cargar con los compromisos de los
hombres casados. Continuó silbando la tonada, que pertenecía a una canción
bastante normal, y entonces pensó que hoy también se sentía como una persona
normal.
Sin
embargo aquella noche no durmió demasiado bien, despertó de una pesadilla en la
que se encontraba placidamente al amparo de su casa viendo TV por la noche
cuando inesperadamente se le aparecieron tres hombres armados detrás del
ventanal del estar, de los cuales uno le apuntó directo a la cabeza
amenazándolo de muerte, a lo que Él reaccionó echándose hacia atrás y despertó
profiriendo un grito ahogado. La sensación de las inquietantes presencias le
duró unos cuantos segundos hasta que poco a poco se fue calmando a medida que
se iban desvaneciendo de su mente. Debió tomar un tranquilizante para volver a
conciliar el tortuoso sueño y se despertó a media mañana con el sol a pleno
iluminando el pasillo de acceso al dormitorio.
Tuve
un amor de quince años, que terminó incongruentemente. Luego jamás volví a
enamorarme, a pesar de que soy profundamente enamoradizo. Mi enamoramiento
actual dura instantes, luego se pierde en la indefinición de las circunstancias
ó en el fastidio de mi propia enfermedad. Cuando conozco gente nueva creo que
aún existen posibilidades de que se resarza esta misantropía, se me generan
esperanzas de que esta soltería termine finalmente en una agradable pareja de
viejitos felices cultivando rosas en el jardín. Pero una puntada traicionera en
los intestinos desmorona esta ilusión y deja patente el rostro crudo de la
realidad. Cuando me miro en el espejo no puedo ignorar que los años han pasado
y que ya no hay vuelta atrás. Solo cuando escribo todo esto se relativiza, y el
tiempo pasado importa tanto como el por venir y allí descubro que solo así soy
feliz. Y para ser feliz necesito salir de vez en cuando al camino al encuentro
de aquellos ángeles de la ruta, que me aguardan impiadosos para vengarme en
ellos esta desazón que avanza incontenible en mi ser y que se convierte en
podredumbre dentro de mi cuerpo. Dulces sonrisas prefabricadas y voces fingidas
que desatan el odio más cruel que haya podido imaginar. Un ángel martirizado
sobre mis muslos desata la furia que siempre supe tener aguardando en mi
interior, en contraposición a todas las buenas costumbres que supe aprender, y
me brinda luego la ansiada recompensa de la caricia y de la pasiva entrega con
un beso de sus labios calientes y sangrantes. Un ángel de la ruta que Dios ha
puesto en mi camino para desatar esta congoja que avanza día a día y
transmutarla en la paz infinita de un cielo estrellado para siempre.
VIII
-Señor,
han reconocido la patente de su auto en un par de oportunidades que coinciden
con la desaparición de los travestis, lo que lo involucra e implica en la
investigación ya que las pistas convergen hacia usted como una de las ultimas
personas que los han visto con vida. Deberá acompañarnos a la comisaría y si lo
desea pude ir contactando a un abogado. Allá solo le tomaremos declaración y
luego se verá...
Entonces
les pidió a los policías si primero podía tomar su medicación, ya que fuertes
dolores habían comenzado a punzar su bajo vientre y con el permiso otorgado se
acercó a la cajonera del pasillo y en una ráfaga se le evidenció la pesadilla
de la noche pasada, la de las tres entidades que lo amenazaron con armas de
fuego: los tres uniformados que ahora le aguardaban; extrajo de un cajón la
caja de las pastillas mientras uno de
ellos observaba sus movimientos y luego en el fondo del mismo cajón
palpó la pistola escondida que siempre mantenía cargada para eventuales
circunstancias. La tomó fuertemente en sus manos luego de sacarle el seguro
siempre a ciegas y rápidamente la extrajo disparando a mansalva sobre los tres
hombres, que incapacitados de reaccionar a tiempo cayeron tendidos sobre el
piso alfombrado de la sala, excepto uno que herido golpeó contra la mesa y
trató de parapetarse bajo la misma para responder el fuego, pero sus
movimientos entorpecidos por el balazo y por el golpe no fueron lo
suficientemente rápidos y al instante se vio rematado por dos disparos
efectuados a quemarropa sobre su cabeza. Luego envuelto en una vorágine de
silencio sepulcral reaccionó y rápidamente ganó la salida iluminada por los
destellos de la sirena del móvil policial que aguardaba estacionado. Escuchó el
ladrido constante de los perros de las casas vecinas y antes que alguien lo
pudiera reconocer corrió hacia la calle
perdiéndose en la creciente oscuridad del ocaso.
……………………………………………………
Cansado
por fin de caminar a lo largo de la avenida, se detuvo en una esquina que
conocía muy bien y sintió unas ganas irresistibles de ser poseído por un ángel
de los que merodeaban el lugar, para expiar la excitante culpa del triple
asesinato que había terminado de cometer.
Si la inquietante vehemencia continuaba, quizá el mismo ángel reposando sobre sus muslos ahora sudorosos por la caminata, le ofrecería la expiación final sacrificándose en sus más oscuros deseos. Así recomenzaría, renacería a un armonioso universo carente de penas y de dolores mortales. Podría retornar a escribir sus novelas escuchando “July Morning” y obviar el intrascendente trabajo de redactor en el periódico.
Si la inquietante vehemencia continuaba, quizá el mismo ángel reposando sobre sus muslos ahora sudorosos por la caminata, le ofrecería la expiación final sacrificándose en sus más oscuros deseos. Así recomenzaría, renacería a un armonioso universo carente de penas y de dolores mortales. Podría retornar a escribir sus novelas escuchando “July Morning” y obviar el intrascendente trabajo de redactor en el periódico.
-Me
llamo Nancy, hago todo lo que vos quieras, pero primero me pagás.
Si querés vamos a la placita y terminamos el asunto rapidito, o si la querés pasar mejor, acá a la vuelta está “El Roxy” que cobra barato y tiene lindos cuartos y camas confortables. Ya me conocen y la policía no molesta.
Nunca fui de hacer porquerías contra las paredes ó bajo algún árbol, mi natural educación burguesa siempre me condicionó a buscar lugares cómodos y aseados. Y si de joven podía estar haciendo arrumacos con alguna novia en el banco de alguna plaza, ahora de grande desisto completamente de tales osadías. Últimamente mi auto estacionado en un lugar protegido era un buen sitio para expandirme al amor, pero ahora estoy de a pié, y lo más sensato será acudir a un espacio construido para tal fin. Vayamos al “Roxy”, mantendré mi anonimato y no me buscarán allí.
Si querés vamos a la placita y terminamos el asunto rapidito, o si la querés pasar mejor, acá a la vuelta está “El Roxy” que cobra barato y tiene lindos cuartos y camas confortables. Ya me conocen y la policía no molesta.
Nunca fui de hacer porquerías contra las paredes ó bajo algún árbol, mi natural educación burguesa siempre me condicionó a buscar lugares cómodos y aseados. Y si de joven podía estar haciendo arrumacos con alguna novia en el banco de alguna plaza, ahora de grande desisto completamente de tales osadías. Últimamente mi auto estacionado en un lugar protegido era un buen sitio para expandirme al amor, pero ahora estoy de a pié, y lo más sensato será acudir a un espacio construido para tal fin. Vayamos al “Roxy”, mantendré mi anonimato y no me buscarán allí.
-¿Te
sentís bien, amor? Hace mucho tiempo que estás metido en el baño. ¿Querés que
llame a alguien? Abrí, dale. A ver si te puedo ayudar. No me asustés así nene,
que a estas horas no tengo ganas de andar corriendo para ir a buscar a un
médico.
Repentinamente
los retorcijones en el lugar y momento menos propicio, se olvidó la medicación
en su casa y debía haberla tomado antes de la escaramuza con los policías.
Ahora solo podía esperar que la terrible molestia amainara un poco, tratar de
incorporarse del inodoro y recostarse en la cama hasta que ese puño de acero
cediera en su hurgueteo medular.
Sí, por suerte y viéndolo desde el lado positivo esta vez tenía a alguien cerca que pudiera hacer algo por Él, que consiguiese ayudarlo a soportar al menos aunque sea levemente esta nueva crisis inesperada.
Sí, esta vez el ángel de la ruta lo protegería con sus alas y buscaría a su amparo el menospreciado afecto maternal. Tal vez la sangre no fuera necesaria esta vez y una cálida y confusa caricia femenina pudieran revertir el consabido proceso de la expiación. Solo debía acceder y estaba seguro que Ella comprendería. Prostituta, enfermera y madre en la misma noche.
Sí, por suerte y viéndolo desde el lado positivo esta vez tenía a alguien cerca que pudiera hacer algo por Él, que consiguiese ayudarlo a soportar al menos aunque sea levemente esta nueva crisis inesperada.
Sí, esta vez el ángel de la ruta lo protegería con sus alas y buscaría a su amparo el menospreciado afecto maternal. Tal vez la sangre no fuera necesaria esta vez y una cálida y confusa caricia femenina pudieran revertir el consabido proceso de la expiación. Solo debía acceder y estaba seguro que Ella comprendería. Prostituta, enfermera y madre en la misma noche.
-Así,
nene. Dejá que te acaricie un poco la pancita, vas a ver como se te pasa. Vos
seguí acostado y descansá. Parece como que tenés un nudo en el vientre, seguro
que te hace falta relajarte y mucho mimo para que desaparezcan esas tensiones
que te tienen a maltraer. Conozco un poco porque hice terapia holística hace
unos años; te ayuda con muchas cosas.
Si,
estás muy nervioso, pensá en cosas bonitas; acá me tenés a mí que soy la mas
bonita de todas. ¡Ja! Dale bichi, mamá te va a curar esa nana que te tiene a
maltraer. Un hombre tan apuesto como vos tiene que sentirse bien para hacer
feliz a las chicas como Yo. ¿O acaso crees que somos dichosas porque hay
patanes que nos pagan lo que pedimos? Nooo…también nosotras necesitamos hombres
de verdad que nos hagan sentir verdaderas mujeres, claro que si tienen una
buena posición económica y platita mucho mejor. Dale Papi, se te va a pasar;
dale que no quiero desperdiciarte ahí tirado en la cama enfermito y quejoso.
¿Ves como te está haciendo bien? Ya vas a ver como voy a hacer que ese bulto en
el estómago se te baje a la entrepierna y ahí lo vamos a disfrutar los dos.
Dale que para enfermera me hubiera metido en un hospital.
Me
siento mejor. Este ángel masajea bien, sus manos parecen tener propiedades
curativas, es simpático y me gusta el tono de su voz: no es fingido ni
chocante. Hasta me atrevería a decir que posee una especie de agradable
dulzura. Tal vez el espíritu realmente persista y puede que no esté
condicionado por los pecados de la carne. Toda esta ambigüedad desaparece en su
presencia, todo este horripilante estado de desesperación. Vaya paradoja, mi
ambigüedad desaparece en su propia ambigüedad. El dolor se atenúa arrullado en
la ternura de sus palabras.
No
sé muy bien que me pasa, me siento cada vez mejor. Me siento puro.
Un
ángel de la ruta besándome sincero y realmente apasionado. Sobre mis muslos,
sobre mi alma, durmiendo abrazado a mi lado. Sin necesidad de sangre derramada,
tan solo y tanto afecto que redime todas mis alucinadas experiencias. Puro como
esa luz que ahora invade mis entrañas, la podredumbre orgánica se ha
transmutado en un intenso bienestar. Ella me mira con sus luminosos ojos llenos
de bondad, acaricia mis brazos y besa mis heridas. El deseo se mezcla con la
templanza, toda aquella angustia se fue. Solo quiero descansar abrigado en su
cuerpo, envuelto en el permanente cariño de su Ser.
…………………………………………………………
-No
se, oficial. Si, claro que lo notaba un poco raro, pero en esta profesión una
se cruza con cada espécimen que da para diez novelas seguidas.
El tipo tenía dinero, parecía de buena alcurnia; quiero decir que no encajaba en el común de los clientes. Nos fuimos al “Roxy” y alquilamos la habitación. Después se encerró en el baño y salió solo ante mi insistencia. Parecía realmente de última, me ofrecí masajearle un poco donde le dolía.
Y ahí mientras lo abrigaba un poco con la frazada porque estaba helado y le hacía unas caricias se fue como durmiendo tranquilamente. Todavía me dije que me funcionaba bien la terapia, porque lo noté como que le hacía bien. ¡Por Dios! ¡Qué sabía yo que el tipo se estaba muriendo en mis propias manos! Mire que he visto cada cosa Oficial…. Pero que se me muera un cliente en la cama…..bueno…sniff. Lo siento, soy un poquito sensible, ¿Vió? Una en esta profesión no gana ni para disgustos. Con todas esas compañeras asesinadas, todavía a mí me pasa esto. Está bien, cuando llegue a casa, después de declarar, le voy a encomendar el alma de ese pobre difunto al Ángel del Camino. Yo todas las noches antes de salir a trabajar siempre le dejo encendido una velita ó un sahumerio. Es el ángel protector de las trabajadoras de la ruta. ¿Usted no cree en esas cosas?...
El tipo tenía dinero, parecía de buena alcurnia; quiero decir que no encajaba en el común de los clientes. Nos fuimos al “Roxy” y alquilamos la habitación. Después se encerró en el baño y salió solo ante mi insistencia. Parecía realmente de última, me ofrecí masajearle un poco donde le dolía.
Y ahí mientras lo abrigaba un poco con la frazada porque estaba helado y le hacía unas caricias se fue como durmiendo tranquilamente. Todavía me dije que me funcionaba bien la terapia, porque lo noté como que le hacía bien. ¡Por Dios! ¡Qué sabía yo que el tipo se estaba muriendo en mis propias manos! Mire que he visto cada cosa Oficial…. Pero que se me muera un cliente en la cama…..bueno…sniff. Lo siento, soy un poquito sensible, ¿Vió? Una en esta profesión no gana ni para disgustos. Con todas esas compañeras asesinadas, todavía a mí me pasa esto. Está bien, cuando llegue a casa, después de declarar, le voy a encomendar el alma de ese pobre difunto al Ángel del Camino. Yo todas las noches antes de salir a trabajar siempre le dejo encendido una velita ó un sahumerio. Es el ángel protector de las trabajadoras de la ruta. ¿Usted no cree en esas cosas?...
FIN
(Cuento largo escrito a principios de 2004)