SOY EL GATO DE RIPLEY, MI DUEÑA ME DEJÓ PARA IRSE A UN PLANETA REPLETO DE ALIENS Y RESULTA QUE LOS QUE ACÁ ME RODEAN DÍA A DÍA SON TODOS COMO ALIENS: EXTRAÑOS Y EXTRAÑADOS A LA ESENCIA Y AL SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA.
NO ME CREO DIFÍCIL, NO ME CREO IMPOSIBLE.
SOLO ME CREO AZAROSAMENTE DISTANTE DE LA PERMANENCIA.

domingo, 20 de enero de 2013

Angeles de la ruta Number one



                 Hoy el cielo amanece cubierto de nubes grises
                 Como mi alma
                 Y a lo lejos sobre el horizonte
                 Se percibe un resplandor de brasas encendidas
                     Aquella mujer que no supe tomar
                         Aquella entrega que no supe percibir
                              Aquel acercamiento que desprecié
                 Hoy retornan,
                 Hoy convergen hacia mí

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Mi nombre es Walter, y vivo atrapado entre la pena infinita y la misericordia de un triste destino que no me atreví jamas a desafiar o al que tal vez fui incapaz de controlar.
Todo ocurrió en la primavera del ´77, cuando conducía la Chevrolet rural por un camino peligroso en un día de persistente llovizna. Regresaba con mi mujer y mi hija de unas cortas vacaciones en la montaña y así es como las circunstancias de la vida me tendieron una trampa despreciable y vil que hoy me sume en este ocaso desesperado.
Dicen que a veces lloro en las noches mientras duermo, pero dudo que sea verdad porque en las noches ya no tengo a nadie que me acompañe para constatar tal circunstancia. Desde aquel fatal accidente en que perdí a mi mujer y a mi hija la vida se me ha tornado tristemente mezquina y la doble culpa de haber sobrevivido y de ser quien conducía el automóvil muchas veces y más persistentemente que nunca me vuelve apenas tolerable el rutinario transcurrir de los días.
Hoy vivo al amparo de cuatro paredes solitarias y de dos gatos que comparten mi espacio, mis días y mi comida. A veces cuando está nublado escucho mis discos viejos  y mirando por los vidrios empañados de la ventana presiento la densa mano de la fatalidad acariciando mi porvenir.      

Hoy por la tarde he regresado del supermercado y me pareció adivinar a un lado de la ruta a través de la luneta trasera del taxi que me traía a casa (nunca más me animé a conducir un rodado) a una figura reconocible, que casi de inmediato desapareció de mi vista y de mi mente, esfumada detrás de la sutil llovizna que ha reinado durante todo el día. Sin embargo esta circunstancia me ha quedado rondando extrañamente en la cabeza, y ahora que estoy tomando sosegadamente un café apoltronado en mi sillón y observando la lluvia que insiste en caer, retorna de forma persistente para inquietar mis pensamientos.
Una etérea figura femenina, casi fantasmal, al costado de la carretera en una tarde lluviosa. Demasiados recuerdos tortuosos se apoderan de mi ser y decido prepararle la comida a los gatos para alejar estos ingratos sentimientos mientras enciendo la radio para escuchar algo de buena música clásica.
Mientras hago los menesteres en la cocina, algo extraño me sucede y detengo mentalmente el paso del tiempo acompasado con el fluir permanente del sonido de la lluvia. Y retorna la difusa imagen al costado de la ruta.
 



Ya me he calzado un impermeable, botas y he tomado un paragüas. He de averiguar de quién se trata. He de saber porqué me espera.
Los gatos se regocijan cada cual con su platito de comida que les he preparado amorosamente, mientras voy cerrando el portón de acceso y me alejo desandando el lluvioso camino que horas antes había recorrido con el taxi.




Sus ojos turbios con el rimel corrido por efecto de las gotas de la lluvia que no cesa de caer. Su coloreado cabello con un artificial tono rojizo, sus delicadas manos burdamente arregladas con uñas postizas, su forzada pose falsamente sensual y esa afectada manera de hablar. Todo se confabula para molestarme sobremanera, todo aparenta ser una ridícula burla del destino. No se insulta a la lluvia, no se juega con el supremo peligro de los accidentes carreteros.

No se aparenta lo que uno no es.
Cuando le doy por aceptado el precio que me pide, se acerca y violentamente se pega a mi cuerpo exhalándome en el rostro un aliento mezcla de menta y tabaco, lo que me hace retroceder perceptiblemente. Sin embargo ello no impide que me manotee, de manera súbita y casi salvaje, acariciándome la bragueta.
En tanto corroboro al palpar el mango del afilado cuchillo que llevo escondido en el bolsillo del impermeable, lo que me da una inmensa seguridad y es entonces cuando una tibia sensación inunda mi espíritu y de inmediato me veo en la cabina del auto en aquél fatídico día, cuando de pronto lo veo al travestido interrumpiendo mi paso, por culpa del cual debo girar bruscamente la dirección perdiendo el control del rodado. 





Por respeto a mi hija y a mi mujer debo hacer algo, por el eterno vacío que acongoja mis días debo combatir a estos infernales ángeles del camino. La lluvia lavará la desidia, la burla y el remordimiento. La lluvia lavará la preciada sangre derramada.

Aún no cesa de llover cuando retorno a casa, justo a tiempo para deleitarme con la escucha de mi programa favorito de radio. Mientras, mis gatos me esperan felices apoltronados en sus respectivos almohadones.


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El sol acaricia dulcemente las hojas de los árboles y se derrama perezosamente sobre el intenso verde del césped. Arreglo mi jardín, hoy han brotado unas hermosas dalias gracias a la lluvia de estos días pasados, cuando el cartero me saluda amablemente y deposita la correspondencia en mi buzón, la vecina de al lado se me acerca y elogia las flores que me he empeñado en cuidar. Le ofrezco un par de ellas mientras juego con su perro, un Gran Danés llamado Ganímedes, que parece estimarme especialmente. Luego de cruzar unas palabras, mi vecina se retira a su casa mientras aprovecho a regresar a la mía a afrontar unas cuantas tareas pendientes que pienso concluirlas mientras disfruto de este estupendo día.
Mis gatos retozan al sol y no creo que llueva hasta dentro de mucho tiempo, por lo que no habrá ángeles esperando en la ruta.

 


                                          FIN